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Aparcar cerca de casa cuando no se tiene plaza de parking siempre suele ser una complicación.
Y hay noches en las que es mucho más difícil, y a medida que se suceden se puede ir contrastando ciertas coincidencias que le acercan a uno a la realidad.
La hora en que se llega es muy importante.
Es bueno que coincida con la hora en que los que trabajan en la zona se vayan. La pega es que eso nos obliga en cierta medida a ajustar nuestros horarios también.
Algunos días se producen fenómenos de aparcamiento imposible o extrafácil: suele ser en días de fútbol por tv.
Pero también hay ocasiones en que no encontramos razón para no poder dejar el coche donde queremos.
La noche de la foto es una de estas últimas. Lo peor es que dí mil vueltas antes de entrar en casa y aparqué algo lejos; y conducía con el tobillo hecho polvo por una torcedura.
Hoy está casi olvidado aunque llevo el merecido reposo, y así celebro mi cumpleaños. 3feb.

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